Relatos de fantasmas

viernes, 30 de agosto de 2013

La Casa Matusita

Entre las avenidas Garcilazo de la Vega y España se ubica un edificio de dos pisos, funcionando en el primero oficinas bancarias, y el segundo deshabitado.





 Desde hace varias décadas los limeños hablan de apariciones y sonidos aterradores, que hacen de aquella planta inhabitable. Hay diferentes versiones del origen de aquel espanto, todas ellas envueltas en situaciones críticas, asesinatos y suicidios.





Durante casi 100 años funcionó frente a aquella casa el Panóptico de Lima, que no era más que la prisión de la ciudad. Según cuentan, la casa sirvió como lugar de interrogatorios. Pero las historias que rodean la casa datan de comienzos del siglo XX.


Panóptico de Lima en 1875
Una de ellas se refiere a una familia española, cuya cabeza era un hombre violento que maltrataba física y psicológicamente a su esposa e hijos. Un día la mujer se cansó de los maltratos y golpes de su esposo y lo apuñaló. Al notar que sus hijos vieron la escena, los asesinó también, para suicidarse luego y acabar con todo.

Otra versión señala a una familia de orientales. El esposo trabajaba todo el día y regresaba muy tarde a casa. Un día el hombre llegó mas temprano que de costumbre, encontrando a su esposa con su amante en su recámara. El hombre enloqueció de ira y asesinó a ambos. Al no poder ocultar el asesinato a sus hijos, los asesinó también y se suicidó después.

Una tercera versión trata de un hombre abusivo con sus sirvientes, quienes deseaban vengarse. Para ello elijen una cena que el hombre celebró con sus amigos. Los sirvientes pusieron algo en la comida o bebidas, que produciría locura temporal.
Al cabo de un rato se escuchaban gritos y un gran desorden en la casa. Cuando los sirvientes acudieron se encontraron con una escena espeluznante: los invitados enloquecieron y se asesinaron unos a otros, dejando cuerpos mutilados y sangre por todas partes. La impresión fue tal en los sirvientes que enloquecieron y pasaron el resto de su vida internados en un manicomio.


Se habla de un religioso que trato de bendecir la casa, pero al empezar la ceremonia escuchó los gritos desesperados de los espíritus de la casa, e incluso recibió golpes y escupitajos de ellos. Tanta fue la impresión del religioso que murió. Algunos trabajadores nocturnos describen a un hombre con sotana mirando por las ventanas de la casa...

Otro caso, aunque éste sí documentado, fue el de un animador de televisión: Humberto  Vilchez.




 El hombre prometió ante cámaras que pasaría siete noches en la casa Matusita con una cámara, con lo cual demostraría que no era real lo que contaban de ella.




 Sin embargo, al poco tiempo el hombre salió de la casa gritando, maldiciendo y botando espuma por la boca. El animador sufrió de alteraciones mentales y tuvo que ser internado en un manicomio, donde permaneció trece meses. Aunque él luego negó haber entrado a la casa...


Algunos hablan de fraude, refiriéndose a que solo sea el segundo y no también el primer piso el embrujado.




Otros señalan el tiempo en que la embajada estadounidense se ubico cerca a la casa, en épocas de la Guerra Fría, cuando los norteamericanos querían alejar curiosos de su embajada. Afirman que la historia fue inventada y difundida por ellos.  Sin embargo la leyenda de la casa se remonta a mucho antes de la llegada de aquella embajada, por lo que no convence a todos la explicación.



Hasta ahora no han llevado a cabo un estudio serio en aquella casa, pero es famosa y temida, siendo un icono de lo paranormal en Lima.



viernes, 23 de agosto de 2013

Los Fantasmas de la Quinta Heeren

Al este del Cercado de Lima, en la parte mas alta del casco histórico de Lima se encuentra Barrios Altos, antiguo asentamiento indígena en el cual existía un oráculo al dios Pachacamac. De aquel oráculo solo sobrevive una piedra en la esquina del Jirón Junín con Cangallo.






Lima se funda cerca al oráculo, así que poco después es absorbido por la expansión. Así, a mediados del 1500 el oráculo era destruido y en su lugar edificaban una iglesia, a la que bautizan en honor a Santa Ana, por lo que los alrededores se denominan Barrio de Santa Ana, el futuro Barrios Altos.



Para el s. XVIII Ya concentraba casi la mitad de la población limeña, y al s.XIX eran edificados bellos edificios. Entre ellos destaca un conjunto habitacional de estilo europeo-austrohúngaro-, construido por el alemán Oscar Augusto Heeren.



La Quinta Heeren- que es como se le conoce- tuvo entre sus inquilinos a personajes importantes de la sociedad limeña de los siglos XIX y XX, siendo también sede de diferentes embajadas.



Entre sus antiguos e ilustres inquilinos resalta un japonés acaudalado, el tesorero de la colonia japonesa en el Perú, Seiguma Kitsutani.



Don Kitsutani invirtió su dinero en diferentes negocios, con tan mala suerte que los mas importantes fracasaron. Pero fue la perdida de su mercadería en el naufragio de dos barcos, la que lo deja en banca rota. Con sus negocios acabados y considerando su honor perdido, decide poner fin a su vida- siguiendo las costumbres del Japón Imperial-. Así, se dirige a la parte denominada "el palacete" y en una silla que aun se conserva, se quita la vida.



Es ahí donde empieza el martirio de la Quinta y su mas famosa leyenda. El fantasma de Kitsutani vaga por el edificio, lamentándose por su mala suerte y los negocios perdidos. Y no solo los inquilinos, sino también sus visitantes ocasionales, quienes sienten y escuchan al antiguo comerciante.



 El japonés camina molestando a los inquilinos, en venganza tal vez por su desdicha. Siendo el fantasma mas celebre de la Quinta, pero no el único. De  tiempos coloniales regresa un español ejecutado por un delito que supuestamente no cometió. El español pasea a inmediaciones de la Quinta en su caballo blanco produciendo un sonido de cadenas arrastrando.



Son muchos los fantasmas de Barrios Altos, pues entre sus edificios ocurrieron varios hechos de sangre a lo largo de su historia, desde la época colonial, hasta los tiempos del terrorismo...





 
 
 
 

jueves, 22 de agosto de 2013

El Hacendado Fantasma

A fines del s.XIX y comienzos del XX nació una clase rica en la sierra y costa del país. No eran los aristócratas coloniales ni gente refinada, sino hombres duros y violentos que se apropiaron de las tierras de los campesinos para agrandar las suyas.

 

Los conocían como gamonales en la sierra y hacendados en la costa. De hecho, el termino gamonal proviene de una planta considerada casi parasitaria, y q crece en lugares inhóspitos, matando a las mas débiles que se encuentran a su alrededor.

Gobernaban sus tierras como Estados aparte, con sus propias leyes e incluso su propia moneda. Su crueldad es legendaria...



Es la historia de uno de esos hombres, uno del norte del país. Abusivo que no dudaba en quemar las chozas de los campesinos que se negaban a alguno de sus pedidos. Tenia bodegas para sus peones- los que conseguía mediante los "enganchadores"-, a los que vendía a precios inflados y presionaba con intereses. Cuando la deuda era muy grande los hacia trabajar para cobrarse y los ahogaba con mas y mas deudas... Nadie salía de sus dominios.



Solía pasear a caballo por sus inmensos terrenos, sobre todo en las noches. Con látigo, escopeta y sombrero, recorría los sembríos y caminos, atemorizando a quien se le cruzara. Era tanto el miedo que infundía entre los campesinos que lo llamaban "el Demonio".



Una noche cada seis meses el hacendado ordenaba hacer carbón y amontonarlo en la parte trasera de su casona. Luego prohibía a todos la salida de sus casas pasadas las diez de la noche, y aun mas acercarse siquiera a su casona.

Sus capataces, hombres escogidos y de confianza, cuidaban los alrededores de la casa, pero tampoco podían acercarse. Sin embargo, contaban años después que esas noches eran terribles. Que se escuchaba ruidos espantosos dentro de la casona y se iluminaba totalmente. Era a media noche que ocurría, organizándose luego una fiesta con las hijas y esposa del hacendado atendiendo a unos extraños visitantes a los que jamás vieron entrar...



A las tres la música y luces se apagaban y las hijas del hacendado lloraban desconsoladamente...

Una de esas noches ocurrió lo inesperado. Poco después de media noche, ya después de las luces, música y visitantes oscuros, una de las hijas huyo. El hacendado parecía discutir con sus invitados y al cabo de un rato la música y luces pararon. La fiesta había terminado abruptamente. La hija no regreso mas, y empezó desde ese momento la desdicha del hacendado.



Una sequía, seguida por lluvias torrenciales y la muerte del ganado. Poco después un ataque a sus tierras por montoneros y la fortuna del hacendado se desmoronaba. Luego el hombre murió, dejando esposa e hijas desamparadas, pues al poco tiempo la reforma agraria les quito lo poco que tenían. Las mujeres huyeron y la casona quedo en ruinas, al igual que las antiguas plantaciones. En su lugar se construyeron casas y poco a poco se urbanizo. No quedaba ni la sombra de la hacienda...



Es ahí cuando empieza el tormento. Una noche cada seis meses un jinete oscuro recorría las calles, látigo y escopeta en mano. Quien lo vio lo describió enérgico, erguido y furioso, tan furioso como el caballo. Un hombre duro y terrible recorriendo lo que antes fueron sus dominios. Aterrorizo a borrachos y uno que otro drogadicto, pero eran los vigilantes los mas expuestos. Ellos tenían que hacer sus rondas en parejas o grupos, comunicándose con sus silbatos cuando calculaban que seria la noche del "hacendado".



Fue sin embargo cuando uno de los vigilantes apareció muerto, que el "hacendado" fue tomado en serio. Cada año llegaba mas violento, incluso al extremo de aparecer entre llamas en la ribera del río. Algunos decían que era un jinete de oro, otros que era un caballero elegante de mirada furiosa. Nadie lo miro directamente, pues fue tal vez el vigilante muerto el único y lo pago con su vida.

Los vecinos tomaron cartas en el asunto cuando los vigilantes se negaron a cuidar las calles, la policía no se abastecía y los robos aumentarían. Entonces decidieron acabar con el alma en pena del hacendado.




Los grupos de parroquia se unieron y organizaron procesiones por las calles mas concurridas por el jinete, repitiendo cada semana las oraciones en cada esquina. Cuando todas las calles se habían bendecido se reunieron en la casona del hacendado, la casona en ruinas que tanto atemorizaba a los niños que pasaban por el río.



Dicen que mientras oraban se escuchaba el relincho de un caballo enfurecido y golpes de látigo. Así, mientras mas relinchaba el caballo mas aumentaban las oraciones, hasta que ceso...



El jinete no volvió a pasear por las calles, pero su imagen no se borro jamás de la mente de los mayores, menos aun de los mas ancianos, quienes sufrieron en carne propia cuando fueron niños en las carboneras y algodoneras de aquel despiadado, y que aun después de ser liberados tuvieron que soportar con horror las visitas de su antiguo y macabro patrón...






martes, 20 de agosto de 2013

La Cuda



Cuentan que en la profundidad de los bosques de la ceja de selva y selva aparece un ave nocturna a los caminantes solitarios. Es un ave pequeña que puede hablar y reír. Su apariencia y colores cambian, pero su canto es el mismo: "cudá- cudá" parece decir, y de ahí proviene su nombre.



Se dice que capta la atención del viajero, lo atrae con su canto y risa. Le habla, lo convence de internarse en el bosque... y de él no se vuelve a saber mas...



A la Cuda se le describe como una mujer de cabellos muy largos y buena figura. Se le ve siempre de espaldas o de lado, sentada para disimular su cojera. Algunos dicen que la Cuda tiene la mitad del cuerpo de pez, de reptil o ave. Otros dicen que su única diferencia es la pata de gallina que le provoca la cojera característica y brincos que da para alcanzar a sus victimas. Sin embargo el trasfondo es siempre el mismo: un demonio en forma de mujer que atrae hombres para perderlos en el bosque y devorarlos...



Esta historia ocurre en una base de la cuenca del Cenepa, varios años después del conflicto.
Era una noche tensa, con lluvia y relámpagos- algo usual en la selva- y las quejas de un soldado que regresaba de un torreón.
- Hay una mujer en la piedra frente al pv6- decía el soldado.
El suboficial, que conocía bien el lugar le recomendó a los soldados de guardia no mirar a aquella mujer, ignorarla, no caer en sus tentaciones.
Los soldados que iban al pv6 decían que la mujer estaba sentada en una roca frente al cuartel. Les daba la espalda y jugueteaba con sus cabellos, mientras emitía un sonido agudo, similar al maullido de un gato.



Pasaban las horas y la tensión aumentaba. De pronto un zumbido se escucho alrededor de la base, cerca al dormitorio de suboficiales. El zumbido iba mutando al llanto de un bebe o el maullido de un gato. Uno de los suboficiales reconoce a la Cuda y la insulta, ordenándole que se alejara. Poco a poco el zumbido desaparecía.

Faltaba media hora para el relevo y el suboficial escucha movimiento en la guardia, por lo que sale a ver lo que ocurre.



Sucedió que a las dos y cuarto la ronda interna pasa por el pv6 y encuentra al centinela nervioso, sosteniendo con fuerza el fusil y acurrucado en su torreón. El soldado decía que había una mujer frente a su posición. El oficial de ronda lo tranquilizo y le dijo que no se mueva de su torreón, que nada le pasara. Y que si algo ocurría que abra fuego.



A las dos y cuarenta se escuchan balazos en el pv6. Al llegar la ronda encuentra al centinela tendido, con los ojos muy abiertos y espuma en la boca. El soldado temblaba y aun tenia el dedo en el gatillo del Galil. La ronda lo lleva a la sala de guardia para reanimarlo.



-La Cuda... la Cuda... fue la Cuda...- repetía el soldado semiconsciente. Poco después el soldado moría frente a sus compañeros, y la el llanto de la Cuda se desvanecía en el fondo del cuartel.
En adelante, cada noche de lluvia en que la Cuda paseaba por los alrededores se enviaba a los soldados en parejas a los torreones y con ordenes de no mirarla.
La Cuda es el terror de a selva, junto a otros demonios como el Tunche o las sirenas, que los nativos  conocen y respetan, porque los consideran también protectores de la selva.







viernes, 16 de agosto de 2013

El Niño Ricardito

 
En la cuarta puerta del Pabellón Buen Pastor, en el Cementerio Presbítero Maestro se puede ver una tumba antigua con un tierno niño de mármol tamaño natural. Alrededor de él hay cartas, flores, dulces y juguetes. A veces visten la estatua con hábitos de temporada, y cada 10 de diciembre acuden a saludarlo por su cumpleaños.



Lo llaman "Cachuelero", "Niño milagroso" o simplemente "Niño Ricardito". Sus seguidores le piden favores diversos, desde la curación de un niño enfermo hasta la "iluminación" en temporada de exámenes escolares.



Se trata de Ricardo Melquíades Espiell Barrionuevo, nacido en Lima el 10 de diciembre de 1886. Su padre fue abogado, diputado, miembro del Partido Civil, masón, miembro fundador de la Bomba de Lima, defensor del Callao en el combate del 2 de mayo, en la corbeta Unión y luego en las batallas de Lima, durante la Guerra del Pacífico. Muy querido y respetado por la sociedad limeña, muere a consecuencia de una pulmonía a 8 meses del nacimiento de su hijo.

 



Es probable que la infancia de Ricardito fuera dura, por las limitaciones económicas que se supone pudo tener su madre. Seis años después, el 1 de marzo de 1893, el niño muere debido a una enfermedad que asoló a los niños limeños en aquél tiempo- siete mil niños afectados-.

 
El niño fue enterrado en el Cementerio del Callao, para luego ser trasladado -gracias a los donativos de amigos de la familia- al Presbítero Maestro, donde descansa tambien su padre.
Es por los años 90, que una señora encuentra la tumba del niño, la limpia y reza pidiendole un milagro. Al poco tiempo lleva un jarrón de flores y hace limpiar la tumba, acudiéndo cada semana a orar por él y dejar regalos. No tardó en extenderse la fama del "niño milagroso" y poco a poco crecieron los seguidores del pequeño.
 
 
 
Cuando el Presbítero Maestro estaba abierto al público, los cuidadores aseguraban que al dar su última ronda antes de cerrar el cementerio, veían un niño jugando y corriendo entre las tumbas. Al seguirlo llegaban al Pabellon de Ricardito, donde desaparecía detrás de la tumba.
 
 
 
 
Hay quien dice haberlo escuchado reir, caminar entre las tumbas e incluso, ser acompañado amablemente por el niño hasta la salida del cementerio. 
Más de un siglo después de su muerte, Ricardito es talvéz el personaje más querido del Presbítero, rodeado de regalos y pedidos de sus seguidores por mucho tiempo más...



 
 

jueves, 15 de agosto de 2013

Las Almas del Terrorismo

El 22 de marzo de 1983 un grupo de la Ronda Campesina capturaba y asesinaba a un comandante senderista en la plaza de Lucanamarca, un poblado pequeño de Ayacucho.


Los campesinos, que en un comienzo vieron con simpatía a los guerrilleros, se habían cansado de sus abusos.


 El final de aquel senderista, llamado Olegario Curitomay, fue terrible. Apedreado, acuchillado, quemado y rematado a balazos... tan trágico y violento como la respuesta de la guerrilla.

El 3 de abril de ese año 60 guerrilleros de Sendero Luminoso deciden imponer una "sanción ejemplar" a los campesinos, llevando a cabo una de las peores y mas crueles masacres de las que se tiene memoria en los Andes.


Setenta campesinos, entre hombres, mujeres- algunas embarazadas-, ancianos y niños. Todos asesinados de la forma mas cruel que se les ocurrió.

Entre las víctimas hubo 18 niños- uno tenia apenas seis meses de nacido- y ancianos de 70 años. Nadie se salvo de la masacre. La mayoría pereció a machete, hacha, agua hirviendo y balas. Los senderistas reafirmaban su crueldad.


 
Pasaron varios años, la política y el país tomaron otro rumbo y los campesinos ayacuchanos volvieron a sus faenas, dejando el miedo a incursiones terroristas o militares. Los tiempos cambiaron y ya no desfilan por sus calles pedregosas y polvorientas aquellos hombres carentes de alma, pero siempre con una AKM o un FAL al hombro.



No hubo mas espectáculos horrorosos en su plaza ni pintas amenazantes en sus paredes. El sonido de la metralla terminó y su pueblo no volvió a llorar. Pero algunos no han podido descansar en paz. Sucesos violentos del pasado los atormentan y mantienen en el pueblo. Deberían descansar pero reviven la tragedia una y otra vez. Llantos de niños y quejidos de mujeres. Balas, ráfagas de metralla y mujeres arrodilladas en la oscuridad, suplicando tal vez por su vida a sicarios que ya no están.



No es raro, la plaza quedo manchada de sangre y eso no se olvida. Los muertos no descansan porque muchos de sus asesinos no reciben castigo. El pueblo luce apacible, pero sus noches esconden el horror de otra época.




  Visitantes que ven niños llorando desconsoladamente y una campesina a la salida del pueblo, cerca al cerro por donde descendieron sus asesinos. Llora con amargura y acaricia su vientre abultado: la mujer perdió la vida y la de su hijo.




Por momentos se escucha el lamento de mujeres y hasta el llanto de dolor de algunos hombres. Fue tanto sufrimiento que trascendió al tiempo y espacio. Las victimas no dejan de sufrir. Dos niñas se acercan al caminante noctambulo y desprevenido y le piden auxilio antes de desaparecer. Los fantasmas de la masacre siguen ahí...




Casi 30 años, algunos encontraron el descanso, otros no cesan en sus lamentos. Tal vez el horror que vivieron los amarra, o simplemente se quedaron para recordar a las futuras generaciones que esas épocas de terror no deben regresar...