Relatos de fantasmas

martes, 17 de septiembre de 2013

Los fantasmas del Conflicto de 1941

Los días de julio de 1941 fueron agitados para las provincias fronterizas de Perú y Ecuador. Un ataque confuso generalizo el combate de Zarumilla a Quebrada Seca por la costa y la margen izquierda del rio Pastaza en la selva. Así empezaba la Campaña de 1941...



Primero en territorio peruano, luego en ecuatoriano. Era común ver camiones trasladando soldados y regresando con muertos y heridos. Filas de hombres exhaustos, el sonido de la metralla a lo lejos... Los aviones, el rugir de la artillería, la fusilería y compañías de ametralladoras.


 

 El antes apacible territorio seco de algarrobos y cabras ahora se volvía un infierno de proyectiles silbando y  ramas crujiendo, mezclado con gritos de horror y escenas horribles.



No duró mucho el infierno, la paz llego pronto y al terror acabó. Peruanos y ecuatorianos celebraron juntos la paz y volvieron a su vida normal.
Sin embargo, no todos descansaron del conflicto. Familiares y conocidos de la época me han contado que hubo noches en las que pensaron que la guerra había regresado. A lo lejos se escuchaba la metralla y detonaciones de artillería retumbando entre los árboles.

 



Una señora natural de Loja, que vivió en Zarumilla a fines de los 70 cuenta que una noche, mientras cuidaba a su pequeño afiebrado, escucho movimiento cerca a su casa. Parecía una marcha, con uno que otro choque metálico y alguna voz de mando.



Al asomarse la señora por su ventana, vio dos filas de hombres, una a cada lado del campo. Los hombres llevaban cascos, mochilas y fusiles.

A la señora se le hizo raro a esa hora, así que cuando los vio alejar salió, pero ya habían desaparecido. Su marido llegó de Ecuador tres días después, y la señora le contó lo sucedido aquella noche.

-Son los muertitos de Zarumilla mujer- le explicaba su esposo- no tengas miedo que no hacen nada. Solo van a la frontera...-



En otro punto, esta vez en Ecuador, un chofer regresaba de Tumbes. Venciéndolo el cansancio, y por temor a dormirse en plena marcha, el chofer detiene su camión y se dispone a tomar una leve siesta. No paso ni media hora cuando un sonido retumbo su vehículo.

El chofer se levanto de inmediato, pero el ruido de varias personas corriendo y gritando alrededor de su camión lo intimido. El chofer se escondió en su cabina mientras pasaban aquellas personas.
Mientras corrían escuchaba sonidos de ametralladora a lo lejos y disparos de fusil, además de lo que parecía un vehículo a orugas pasando justo al lado del camión.


 


En cuanto la ultima persona pasó, el chofer se levanto y quiso saber quienes eran. Pero vio la carretera completamente vacía. Salió de su camión pero tampoco pudo ver a aquellas personas.
De más está decir que al chofer no le volvieron a dar ganas de descansar por aquella carretera...


 
Han pasado ya setenta años de aquella guerra, y son muchos los relatos de apariciones y sonidos en los campos de la frontera. Hay quien dice escuchar y hasta ver soldados corriendo, heridos y aterrados entre los campos de algarrobos. Un grupo de estudiantes de Piura escucho explosiones lejanas y avionetas sobrevolando entre el Lechugal y Quebrada Seca, los mismos que jamás pudieron ver.



Fue una guerra corta, pero lo suficiente para marcar a los combatientes y al parecer, también a los áridos campos de la frontera.