Los conocían como gamonales en la sierra y hacendados en la costa. De hecho, el termino gamonal proviene de una planta considerada casi parasitaria, y q crece en lugares inhóspitos, matando a las mas débiles que se encuentran a su alrededor.
Gobernaban sus tierras como Estados aparte, con sus propias leyes e incluso su propia moneda. Su crueldad es legendaria...
Es la historia de uno de esos hombres, uno del norte del país. Abusivo que no dudaba en quemar las chozas de los campesinos que se negaban a alguno de sus pedidos. Tenia bodegas para sus peones- los que conseguía mediante los "enganchadores"-, a los que vendía a precios inflados y presionaba con intereses. Cuando la deuda era muy grande los hacia trabajar para cobrarse y los ahogaba con mas y mas deudas... Nadie salía de sus dominios.
Solía pasear a caballo por sus inmensos terrenos, sobre todo en las noches. Con látigo, escopeta y sombrero, recorría los sembríos y caminos, atemorizando a quien se le cruzara. Era tanto el miedo que infundía entre los campesinos que lo llamaban "el Demonio".
Una noche cada seis meses el hacendado ordenaba hacer carbón y amontonarlo en la parte trasera de su casona. Luego prohibía a todos la salida de sus casas pasadas las diez de la noche, y aun mas acercarse siquiera a su casona.
Sus capataces, hombres escogidos y de confianza, cuidaban los alrededores de la casa, pero tampoco podían acercarse. Sin embargo, contaban años después que esas noches eran terribles. Que se escuchaba ruidos espantosos dentro de la casona y se iluminaba totalmente. Era a media noche que ocurría, organizándose luego una fiesta con las hijas y esposa del hacendado atendiendo a unos extraños visitantes a los que jamás vieron entrar...
A las tres la música y luces se apagaban y las hijas del hacendado lloraban desconsoladamente...
Una de esas noches ocurrió lo inesperado. Poco después de media noche, ya después de las luces, música y visitantes oscuros, una de las hijas huyo. El hacendado parecía discutir con sus invitados y al cabo de un rato la música y luces pararon. La fiesta había terminado abruptamente. La hija no regreso mas, y empezó desde ese momento la desdicha del hacendado.
Una sequía, seguida por lluvias torrenciales y la muerte del ganado. Poco después un ataque a sus tierras por montoneros y la fortuna del hacendado se desmoronaba. Luego el hombre murió, dejando esposa e hijas desamparadas, pues al poco tiempo la reforma agraria les quito lo poco que tenían. Las mujeres huyeron y la casona quedo en ruinas, al igual que las antiguas plantaciones. En su lugar se construyeron casas y poco a poco se urbanizo. No quedaba ni la sombra de la hacienda...
Es ahí cuando empieza el tormento. Una noche cada seis meses un jinete oscuro recorría las calles, látigo y escopeta en mano. Quien lo vio lo describió enérgico, erguido y furioso, tan furioso como el caballo. Un hombre duro y terrible recorriendo lo que antes fueron sus dominios. Aterrorizo a borrachos y uno que otro drogadicto, pero eran los vigilantes los mas expuestos. Ellos tenían que hacer sus rondas en parejas o grupos, comunicándose con sus silbatos cuando calculaban que seria la noche del "hacendado".
Fue sin embargo cuando uno de los vigilantes apareció muerto, que el "hacendado" fue tomado en serio. Cada año llegaba mas violento, incluso al extremo de aparecer entre llamas en la ribera del río. Algunos decían que era un jinete de oro, otros que era un caballero elegante de mirada furiosa. Nadie lo miro directamente, pues fue tal vez el vigilante muerto el único y lo pago con su vida.
Los vecinos tomaron cartas en el asunto cuando los vigilantes se negaron a cuidar las calles, la policía no se abastecía y los robos aumentarían. Entonces decidieron acabar con el alma en pena del hacendado.
Los grupos de parroquia se unieron y organizaron procesiones por las calles mas concurridas por el jinete, repitiendo cada semana las oraciones en cada esquina. Cuando todas las calles se habían bendecido se reunieron en la casona del hacendado, la casona en ruinas que tanto atemorizaba a los niños que pasaban por el río.
Dicen que mientras oraban se escuchaba el relincho de un caballo enfurecido y golpes de látigo. Así, mientras mas relinchaba el caballo mas aumentaban las oraciones, hasta que ceso...
El jinete no volvió a pasear por las calles, pero su imagen no se borro jamás de la mente de los mayores, menos aun de los mas ancianos, quienes sufrieron en carne propia cuando fueron niños en las carboneras y algodoneras de aquel despiadado, y que aun después de ser liberados tuvieron que soportar con horror las visitas de su antiguo y macabro patrón...
MUY BUENOS LOS CUENTOS DE APARECIDOS Y FANTASMAS DEL PERU DE4 ANTES, GRACIAS POR LAS PUBLICACIONES, ME HE PERMITIDO COMPARTIRLAS CON MI BIOGRAFIA Y CON TRAZOS HISTORICOS DEL PERU, NUEVAMENTE GRACIAS AMIGO.
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ResponderBorrarMuchas gracias por leer y compartir.
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