Relatos de fantasmas

martes, 13 de agosto de 2013

El Centinela

La disciplina en los cuarteles es conocida y casi legendaria. Soldados que cumplen ordenes sin discutir ni dudar, el soldado no piensa: solo actúa. Siempre fue así y así seguirá. El rigor violento ha cambiado, pero la obediencia es perpetua. El soldado es una pieza mas...



Sin embargo, los cuarteles encierran historias de violencia y sufrimiento. No siempre los soldados llegaron por su voluntad. Hubo épocas en las que se cercaba calles y se levaba a cuanto joven encontraban.
 
 


 
 
 Si había dinero e influencias se podía evadir el acuartelamiento. Pero muchos no podían hacerlo, así que debían resignarse al encierro.



 
 




Suicidios, abusos, golpizas y muerte. No era raro hace algunos años, como no es raro toparse con sus víctimas ahora.



 Esta es la historia mas común, y con cientos de versiones, tal vez en cada cuartel del mundo. Así que aquí la versión que conozco:

Fue hace varias décadas- fines de los 20 quizás-. Un joven cumplía su servicio militar en un cuartel del norte del país, en uno de los fuertes de la 1ra División de Infantería. La aridez de la zona, la falta de agua y el rigor propio de los infantes hacían su encierro mas difícil. Pero todo se complico con una broma tonta que le costo cinco días en el calabozo y un mes de servicios continuos...



Ocurrió después de cinco noches de falta de sueño: cuatro guardias y un servicio de imaginaria en el que tuvo que reengancharse en los turnos en castigo por ser sorprendido descansando...



 

Fue en su guardia nocturna, cuando el sueño lo venció. Apoyándose sobre el cañón del fusil, acabo con un tiro en la garganta y el torreón salpicado de sangre. Cuando la ronda llego lo encontró muerto...



Varios años después los soldados se resisten a cuidar aquel torreón. Es motivo de burlas el día, y de terror en la noche. Los soldados lo evaden a riesgo de castigos, aunque pocos han visto al espectro.



Los oficiales prefieren enviar dos al torreón, porque los soldados se niegan a ir solos. Dicen que un soldado esta ahí, cuidando con un viejo fusil de cerrojo y uniforme de color entero, sin casco. La fornitura también es distinta, evidentemente el soldado no es de esta época.



Quien paso por el torreón y vio al centinela dice que tiene la mirada fija en el horizonte. Esta erguido y sosteniendo con firmeza su arma. Si alguna vez hablo fue para decir que cubre su puesto sin novedad, y sigue vigilante. Es celoso, no ha abandonado su puesto porque no le ordenaron hacerlo. El soldado no sabe que murió, para él, el servicio no ha terminado.

Un soldado cuenta su experiencia con aquel centinela:

Llego al PV para tomar su puesto, encontrando a otro soldado en el torreón:

-PV 6 sin novedad!!!- contesto el centinela sin quitar la mirada del horizonte cuando el soldado se acerco al torreón.

-Vengo a relevarte- siguió el soldado sin poder reconocer al centinela por la oscuridad del torreón.

-Regresa a tu cuadra soldado, yo cubro este puesto.

El soldado confundido regresa a la guardia, encontrándose al Sargento quien le increpa el abandonar su torreón.

-Allá hay otro soldado y no quiere relevarse- se excusa el soldado.

-¿Quien? No he mandado a nadie al PV 6... Vamos a ver a ese soldado



Al llegar efectivamente, se ve un soldado, pero al subir éste ha desaparecido para sorpresa de ambos. El sargento y el soldado regresan horrorizados a la guardia y prometen no regresar, aunque les cueste varios días de castigo...

Lo que les sucedió se ha repetido por años. Incluso algunos oficiales de ronda fueron sorprendidos por el centinela. No tiene intención de asustar, solo cumple ordenes. El centinela seguirá firme en su puesto, obedeciendo como buen soldado, y no se replegara hasta que su oficial de guardia le ordene...




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