Dicen que sin hijos, el hogar no es completo. Por eso el
matrimonio Valera se sentía tan inconforme, pues ya eran algo mayores, y las
posibilidades de tener hijos parecían muy lejanas…
Con todo, los esposos decidieron hacer un último esfuerzo.
Escucharon de nuevos tratamientos de fertilización, y quisieron probarlos.
Consultaron a diferentes médicos, se sometieron a exámenes y finalmente
empezaron el tratamiento.
Por ese tiempo, contrataron a una chica proveniente de la
selva para que ayudara a la señora en las tareas cotidianas. La muchacha
tendría unos 19 años, era guapa y sobre todo, muy atenta con el señor Valera.
Tanto que no pasó mucho para que ambos tuvieran una relación a espaldas de la
señora…
Pasaron los meses, y la señora no quedaba embarazada. El
señor decidió cortar la relación que tenía con la empleada, para poder
dedicarse por completo a su esposa. La muchacha se resistió al principio, pero
luego, para sorpresa del esposo infiel, se mostró serena y quiso seguir
trabajando, prometiendo que no volvería a ocurrir nada entre ellos.
Todo siguió con normalidad, hasta que la joven le ofreció a
la señora un tratamiento tradicional que, según dijo, hizo madre a su tía
abuela a los 56 años… La señora, deseosa de ser madre a toda costa, aceptó sin
decirle a su esposo. Al siguiente día dejó que la muchacha fuera a su tierra
por las hierbas que solo crecían allá, y que eran muy necesarias.
Así, a base de infusiones, preparados y baños en hierbas, la
señora quedó embarazada. Parecía un milagro, el esposo agradeció a los médicos,
suponiendo que era gracias a ellos la venida del tan esperado hijo. Por su
parte, la esposa guardó silencio y siguió cada cosa que la muchacha le decía al
pie de la letra…
Cada mes la muchacha recibía paquetes desde su tierra, con
todo lo que usaba para el tratamiento de la señora. A los 3 meses le aconsejó
dejar de asistir a los controles médicos, algo que la esposa obedeció en contra
de su marido. A los 5 meses el vientre era abultado, a los 7 empezó a sentir
golpes en las noches, y a los 8 estaba ya todo preparado para el alumbramiento.
La muchacha pidió permiso para ir a su tierra, y no volvió mas…
A los 9 meses todo debía estar listo, pero algo estaba mal.
Decidieron ir al médico, éste no veía movimientos, ni sentía latidos. Los
Valera estaban desesperados. Le programaron una cesárea urgente, y mientras la
mujer estaba en la sala de operaciones, el esposo oraba a todo santo que
conocía, pero de poco sirvió, pues lo que vino luego le demostró que el mal
está más presente de lo que creían…
Sucedió que en la operación, al abrir el vientre de la
señora, no encontraron un bebe muerto, como tal vez esperaba el médico, sino
algo mucho peor: una cabeza de perro…
Los Valera no pudieron ser padres biológicos, pero adoptaron
una niña cuando el trauma fue superado. Los médicos documentaron el hecho, y
creo salió en algunos periódicos. De la chica selvática, no se supo nunca más…